domingo, 24 de junio de 2012

Del ‘Chiru Chiru’ a Róger Pinto ( de Lupe Cajías * pub. en El Deber 24/06/2012 )




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“Si Bolivia reacciona contra el salvoconducto habrá un rompimiento de relaciones diplomáticas con Brasil y de instituciones, pero no creo que Evo (Morales) esté loco para hacer eso”, comentó el representante de la prestigiosa Orden de Abogados de Brasil (OAB), Tercio Waldir de Alburquerque, al referirse a la solicitud de asilo del senador del Estado Plurinacional de Bolivia Róger Pinto.
La OAB tiene una larga experiencia en relación con el refugio de perseguidos políticos, desde las duras épocas de las dictaduras militares. Es una entidad vigilante del comportamiento constitucional de sus autoridades respecto al respeto de los Derechos Humanos y a la normativa internacional que garantiza la independencia judicial.
Al parecer, por declaraciones de altas autoridades bolivianas, existe en el Gobierno y en sus voceros poco conocimiento sobre cómo funcionan las solicitudes y trámites de asilo. Quizá porque son personas que no vivieron esas premuras antes de la época democrática (1982), cuando Luis Arce Gómez negó salvoconductos.

El asilo es una institución que protege a quien se considera perseguido. No interesa tanto de qué se lo acusa (para los militares, todos los guerrilleros eran terroristas delincuentes), sino el ordenamiento jurídico de su país. ¿Tiene oportunidad o no de acceder a un proceso justo?
El inicio de este cuidado está en el templo católico donde se acogía a cualquier persona que se sintiese perseguida, así fuese un delincuente, como el propio Jesús amparó a los acusados. Así, la leyenda del ladrón apodado ‘Chiru Chiru’, que sigue inspirando composiciones populares. La Virgen lo defendió de los soldados; de ahí el culto a la imagen del Socavón y su relación con el Carnaval de Oruro.
Por la inestabilidad política latinoamericana, que colocaba unas veces a unos como ‘delincuentes’ y otras veces como ‘perseguidores’, se fomentó esa protección en las embajadas o consulados, considerados territorios de la nación representada. Brasil, Colombia y México hicieron de esa práctica una columna de su ordenamiento jurídico.
Brasil dio refugio incluso al ladrón inglés del famoso tren correo. Colombia rompió relaciones con Perú y edificó una muralla durante años para proteger su sede donde estaba asilado el opositor izquierdista Raúl Haya de la Torre, en un famoso caso jurídico. México abrió sus puertas a miles de repatriados, políticos o no. Panamá cobijó, tanto al Sha de Irán como a sandinistas.
La Cancillería boliviana no aprende que no basta la estridencia de gritos e insultos de activistas o funcionarios en ciertos temas. El papelón en Tiquipaya debía ser un aprendizaje. Se quiere enfrentar al importante vecino con el argumento de que “así lo exigen los movimientos sociales”, junto a una oficialista Asamblea de DDHH.
El Gobierno brasileño cuidará sus espaldas externas y su relación con su similar boliviano, pero seguramente evaluará estratégicamente si vale la pena romper su tradición en un momento tan crucial. El Gobierno Plurinacional debe preparar argumentos legales, no bullas. Consultar a Juan del Granado y a Jaime Aparicio, que lograron la extradición de Luis García Mesa, a quien se le garantizó un justo proceso pese a todos sus antecedentes.
(*) Periodista, historiadora y biógrafa

La fe del Estado y la ‘no-palabra’ *C.Valverde B.(Pub. en El Deber 24/06/2012)

La fe del Estado y la ‘no-palabra’
* Carlos Federico Valverde Bravo


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El art. 3 de la Ley 180, de octubre de 2011, dice: “Se dispone que la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, como cualquier otra, no atravesará el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure – Tipnis”.
Cuando dicha ley, producto de la VIII marcha indígena, se firmó, se lo hizo poniendo sobre el papel la fe del Estado, es decir, que se comprometió al Estado Plurinacional de Bolivia ante el país. Fue el Gobierno, a nombre del Estado, quien asumió la responsabilidad de que el Tipnis no sería atravesado por una carretera.

Poco tiempo después, al mismo Gobierno se le ocurrió que tal decisión debía ser revertida, y para ello acudió a la ‘presión’ de los marchistas progubernamentales de las zonas cercanas al Tipnis, que se movilizaron para exigir que haya carretera. Esos marchistas, que representaban la base política del Gobierno, colonos y cocaleros ávidos de más terreno para poner unas cuantas hectáreas de yuca, piña, bananos y muchísimas más de coca, fueron recibidos por un Gobierno que, deshonrando la fe del Estado, decidió que habría una consulta ‘previa e informada’ (Ley 222) para construir la carretera que, según el Estado (Ley 180), no atravesará el Tipnis.


Como se lee, consulta previa… pese a que los tramos 1 y 3 ya estaban listos y la empresa constructora OAS seguía trabajando. Se llegó al extremo de echar a OAS para justificar que, sin esta, entonces la consulta sería previa porque, de aprobarse, recién se contratara a otra empresa para el tramo 2. Esta situación fue refrendada por un confuso fallo del Tribunal Constitucional. De esa manera, el Gobierno echa a andar la ‘consulta’.


En 1945, George Orwell escribió 1984, más conocido como el Gran hermano. La trama transcurre en Inglaterra, donde se muestra la sociedad del futuro dividida en dos grandes grupos: el primero, el único válido para representar al Estado, integrado por el Gobierno y el Partido Único, con poder absoluto, apoyados en consignas como: “La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza”; al otro lado, la población no militante, atemorizada y sometida al poder del Gobierno y del partido.
El poder se ejercía en cuatro ministerios: el ministerio del Amor (castigo y represión), el ministerio de la Paz (empeñado en la búsqueda de la guerra permanente para generar unidad interna), el Ministerio de la Abundancia (maneja la economía para que la población subsista con lo que se tiene) y el Ministerio de la Verdad (el lugar donde se destruye el pasado y se construye y manipula la documentación histórica para justificar el presente y el futuro).


Los ideales del partido están expresados en el pensamiento y palabra del Gran Hermano: omnipresente y omnipotente; dueño de la verdad y del futuro (quien controla el pasado, controla el futuro, por eso se destruye y manipula el pasado). El GH controla el pensamiento y la acción. Los valores sociales son definidos por el GH y los administra el poder, que termina anulando el pensamiento individual bajo la idea de que el ‘bien superior’ así lo requiere. En el Estado no hay lugar para disidentes (la idea del GH es Stalin); el pensamiento no puede ser libre, la educación es dirigida ideológicamente y el lenguaje tiene cambios que deben expresar de manera inequívoca la ideología totalitaria del partido. Se suprimen palabras y se inventan nuevas, como esta que se me ocurrió: la ‘no-palabra’.
Cualquier coincidencia con el Gran Hermano Plurinacional… se la hace a propósito.

(*) Periodista